«Todos tenemos deberes respecto a nuestra familia, respecto a nuestros amigos, con la sociedad, y es indispensable que los cumplamos lo más conscientemente posible. Pero nuestros deberes no se detienen en la tierra, tenemos también obligaciones con el mundo divino. Nada puede justificar a aquél que rechaza reconocerlas. A pesar de su moralidad, de su honorabilidad, suprime de su vida todo lo que puede aportarle inspiración, la verdadera luz.
Existe una moral más elevada que la de la tierra, y esa moral enseña que no basta estar en armonía con las leyes de un país, de una sociedad; porque ¿qué representan ese país y esta sociedad en relación al mundo divino? Es con el mundo divino con el que debemos sin cesar intentar armonizarnos poniéndonos a su servicio. Y entonces descubriremos que hemos adquirido interiormente los medios para cumplir aún mejor nuestros deberes con respecto a la tierra.»
Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: Camino de Santiago portugués, entre Barcelos y Ponte de Lima, 20 junio 2018
Tiene mi vecina la de abajo muy poca ética y menos moralidad. No ha habido un sólo día, desde que la conozco, que se le haya escapado una sonrisa o un gesto amable, sintiéndose superior al resto de la raza humana como ella se ve a sí misma.
Me gustaría saber cuál es su sentido de la estética y en qué situaciones reconoce la belleza de lo que tiene delante.
Ahora, cuando la vida es generosa con ella, su corazón no se ha llenado de compasión ni por un momento siquiera. Y aunque le gusta ser estricta gobernanta de su negocio, ha delegado las labores más antipáticas en manos de un esbirro, que puede ser cualquier cosa menos sociable, amable y condescendiente. Para que sepamos de quién estoy hablando le vamos a distinguir con el calificativo de El Tonto.
El Tonto, se queja absolutamente por todo; y, como tiene cara de eslabón perdido, cuando frunce el ceño, inmediatamente le viene a visitar un equipo de Atapuerca solicitando un análisis completo de lo suyo. A saber: malos modales, agresividad ilimitada y una voz de hombre de las cavernas montado en bicicleta de piedra.
El Tonto, haciendo honor a su insigne cargo, ve la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio.
Durante dos veranos seguidos, al Tonto le ha molestado que se regaran las plantas de casa, por salpicarle el agua y sentir que su territorio de ser primitivo y brutal era invadido sin permiso.
Insulta el Tonto con tal facilidad que no distingue ni el quién, ni el cómo ni el cuándo, así tiene de desarrollada su inteligencia.
Reconozco el espejo en el Tonto que refleja su tontería en mi y me hago doblemente tonto con él.
No sé si mandarle el pensamiento simiente para que juntos o por separado hagamos el recorrido que se nos propone, que se nos indica.
No hay ningún tipo de tolerancia que se manifieste en el Tonto. Engorda con la mano que le da de comer y bebe de los vientos de su ama y señora.
Aún así, y sabiendo que nada sucede en la vida por casualidad, llevo ocho años largos preguntándome qué tenemos en común el Tonto y yo. ¿Cómo puedo ser capaz de transformar esa negritud que este hombre me refleja cada día a manera de recordatorio?.
El arcano nos habla de que hoy es un día bueno para todo y sin embargo, con el Tonto insultando y amenazando, he perdido el centro y no lo estoy aprovechando para nada.
Al llegar el buen tiempo las plantas se han agostado en julio. Hay que cortarlas porque han perdido su lustre, su belleza y su frescura. En cualquier circunstancia y con otro tipo de gente, la operación se llevaría a cabo con toda normalidad, sin malos humos, ni caras de amargura.
Pero hemos topado con el Tonto.
La hojarasca caída delante del negocio de su señorita le han hecho poner el grito en el cielo. Su bestialidad ha dado paso a la intransigencia de sus actos. Escuchar lo que he escuchado me ha descentrado y, en algunos momentos lo he pasado mal. He tenido que contar hasta mil para no ponerme a su altura y acabar todos como el rosario de la aurora.
Y sopesando la conducta de este Tonto, y de paso la mía propia, me pregunto dónde se halla la integridad en cada uno de nuestros actos.
Leer la frase del día, me da un pista ligera pero contundente.
Podía ser un día hermoso de primeros de julio, pero me siento, sobre todo, muy triste. No me veo ni malhumorado, ni agresivo, que eso me ha durado un pronto y lo he podido soltar a tiempo. Me encuentro, ya te he dicho, un poquito desbordado porque no hay manera de solucionar esta situación a través del diálogo.
Quería despedirme con una canción hermosa y lo voy a hacer.
A pesar de todo o, mejor dicho, sobre todo, este mundo es maravilloso y me quiero impregnar de esa hermosura a ver si en una de esas, el Tonto también se contagia y damos paso a lo siguiente con una sonrisa en los labios los dos.
reikiarjun 